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Presentación
El Sudeste Asiático atesora valores culturales surgidos de su milenaria experiencia social. Hoy, es un portentoso espacio de crecimiento económico, de desarrollo científico y técnico, y de investigación académica. Su expansión económica -primero Japón, luego Corea del Sur, los países miembros de la ASEAN y, en las últimas décadas, la República Popular China y la República de la India- ha reconfigurado las relaciones internacionales. Uno de los grandes temas de la historia mundial en la segunda mitad del siglo XX y en los albores del siglo XXI será, sin duda, este acontecimiento. El papel, la pólvora, la imprenta, la brújula, entre otros inventos procedentes de Oriente, fueron de gran importancia en la historia de la humanidad. La seda y la porcelana tuvieron una influencia decisiva en la cultura y la percepción estética de Occidente. Actualmente, esa influencia se renueva especialmente por las transformaciones en China que han provocado un gran interés en académicos, científicos, empresarios y, más recientemente, en la media social. En sólo una década, la enseñanza del chino mandarín, de las artes marciales, del feng shui, del I Ching, de la medicina tradicional china, ha crecido en forma exponencial. Lo mismo ha sucedido con las lecturas sobre Confucio, Lao Tse, Sun Tzu y los poetas chinos; el interés por la historia, la organización política, la arquitectura, la gastronomía, el mundo de los negocios y por otros aspectos de su cultura. Unas décadas atrás, las tradiciones, la arquitectura, el arte y la gastronomía japonesa fueron incorporados a nuestro cotidiano. Fenómenos similares ocurrieron con diversos países del área, a pesar de las dificultades de comunicación derivadas de las diferencias de idiomas y costumbres y de las distancias geográficas. Otro factor de vínculos importantes entre Asia Oriental y el resto del mundo, han sido las corrientes migratorias que llevaron a los japoneses, coreanos, vietnamitas, a los indios y a los llamados chinos de ultramar a tierras americanas, europeas y a otras regiones de Asia e, inclusive, en menor escala a África y Oceanía. A pesar de estos antecedentes, en América Latina, la formación académica sobre Asia fue inspirada por la concepción centroeuropea y luego por los Estados Unidos de Norteamérica. Durante el siglo XIX, la Revolución Industrial y la consolidación de los estados democráticos modernos europeos cimentaron la apariencia de que el único camino posible hacia la “plenitud” del orden social y del desarrollo humano se encontraba en Occidente. Esa supuesta superioridad de los valores occidentales tuvo un importante sustento en las recurrentes versiones de sectores académicos sobre los límites culturales de Oriente. Es una herencia aún no desterrada en centros académicos dedicados a estudios sobre China y otras culturas ubicadas al este de Europa. Esta corriente de pensamiento, llamada orientalismo, pretendió justificar el “predominio natural” de Occidente, a partir de considerar como superiores los axiomas de la cultura europea monoteísta, de su evolución social y del desarrollo científico tecnológico. Sin embargo, a diferencia de ese enfoque bajo el cual, durante varios siglos, se discriminó artificialmente a Oriente como un “objeto” de estudio ajeno, extraño y evaluado bajo los paradigmas occidentales, hoy crece otro concepto que considera que los estudios sobre Oriente y específicamente sobre China, son parte de las investigaciones que sirven para conocer nuestra historia y cultura. Más aun crece la desmitificación sobre el sentido de considerar un campo específico de estudio llamado Oriente si ello no implica una faceta necesaria para avanzar en las vías de integración de ese artificio denominado Este y Oeste. En esa línea de ideas, esta revista pretende contribuir al conocimiento de Asia Oriental, indagando en las raíces de la cultura, las ciencias y las artes que, a pesar de su “reciente” descubrimiento, aún aparecen, en su esencia, ocultas o ajenas al cotidiano social de Occidente.
Aníbal Carlos Zottele
Director
ISSN Digital: 2007-5723
Centro de Estudios China-Veracruz
Presentación
El Sudeste Asiático atesora valores culturales surgidos de su milenaria experiencia social. Hoy, es un portentoso espacio de crecimiento económico, de desarrollo científico y técnico, y de investigación académica. Su expansión económica -primero Japón, luego Corea del Sur, los países miembros de la ASEAN y, en las últimas décadas, la República Popular China y la República de la India- ha reconfigurado las relaciones internacionales. Uno de los grandes temas de la historia mundial en la segunda mitad del siglo XX y en los albores del siglo XXI será, sin duda, este acontecimiento. El papel, la pólvora, la imprenta, la brújula, entre otros inventos procedentes de Oriente, fueron de gran importancia en la historia de la humanidad. La seda y la porcelana tuvieron una influencia decisiva en la cultura y la percepción estética de Occidente. Actualmente, esa influencia se renueva especialmente por las transformaciones en China que han provocado un gran interés en académicos, científicos, empresarios y, más recientemente, en la media social. En sólo una década, la enseñanza del chino mandarín, de las artes marciales, del feng shui, del I Ching, de la medicina tradicional china, ha crecido en forma exponencial. Lo mismo ha sucedido con las lecturas sobre Confucio, Lao Tse, Sun Tzu y los poetas chinos; el interés por la historia, la organización política, la arquitectura, la gastronomía, el mundo de los negocios y por otros aspectos de su cultura. Unas décadas atrás, las tradiciones, la arquitectura, el arte y la gastronomía japonesa fueron incorporados a nuestro cotidiano. Fenómenos similares ocurrieron con diversos países del área, a pesar de las dificultades de comunicación derivadas de las diferencias de idiomas y costumbres y de las distancias geográficas. Otro factor de vínculos importantes entre Asia Oriental y el resto del mundo, han sido las corrientes migratorias que llevaron a los japoneses, coreanos, vietnamitas, a los indios y a los llamados chinos de ultramar a tierras americanas, europeas y a otras regiones de Asia e, inclusive, en menor escala a África y Oceanía. A pesar de estos antecedentes, en América Latina, la formación académica sobre Asia fue inspirada por la concepción centroeuropea y luego por los Estados Unidos de Norteamérica. Durante el siglo XIX, la Revolución Industrial y la consolidación de los estados democráticos modernos europeos cimentaron la apariencia de que el único camino posible hacia la “plenitud” del orden social y del desarrollo humano se encontraba en Occidente. Esa supuesta superioridad de los valores occidentales tuvo un importante sustento en las recurrentes versiones de sectores académicos sobre los límites culturales de Oriente. Es una herencia aún no desterrada en centros académicos dedicados a estudios sobre China y otras culturas ubicadas al este de Europa. Esta corriente de pensamiento, llamada orientalismo, pretendió justificar el “predominio natural” de Occidente, a partir de considerar como superiores los axiomas de la cultura europea monoteísta, de su evolución social y del desarrollo científico tecnológico. Sin embargo, a diferencia de ese enfoque bajo el cual, durante varios siglos, se discriminó artificialmente a Oriente como un “objeto” de estudio ajeno, extraño y evaluado bajo los paradigmas occidentales, hoy crece otro concepto que considera que los estudios sobre Oriente y específicamente sobre China, son parte de las investigaciones que sirven para conocer nuestra historia y cultura. Más aun crece la desmitificación sobre el sentido de considerar un campo específico de estudio llamado Oriente si ello no implica una faceta necesaria para avanzar en las vías de integración de ese artificio denominado Este y Oeste. En esa línea de ideas, esta revista pretende contribuir al conocimiento de Asia Oriental, indagando en las raíces de la cultura, las ciencias y las artes que, a pesar de su “reciente” descubrimiento, aún aparecen, en su esencia, ocultas o ajenas al cotidiano social de Occidente.
Aníbal Carlos Zottele
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